sábado, 22 de febrero de 2020

Posibles soluciones para reducir el consumismo

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Introducción
Como podríamos reducir el consumo en la sociedad, se podría lograr si la gente decidiera ser auto suficiente, la gente deberían aprender cosas como sembrar, manulidades, cocina, cosas como construcción, diseño etc. pero no lo hacen por eso están atados al consumismo que nos brinda el sistema capitalista, ademas creen todo lo que los anuncios publicitario dicen cosas como tener un auto te hacer ver que esta arriba de los demás,  no lo hace y tampoco de da la felicidad, cosas como fumar no te dan estilo sino cáncer, por lo tanto dejar de creer en la publicidad reduce el consumismo, reutilizar las cosas también reduce el consumismo, gastar menos de lo que ganas reduce el consumismo en si volver actuar como antes cuando se compraban cosas cuando realmente la necesitábamos, cuando no comprábamos cosas solo por presumirlas, están bien darse sus lujos de ves en cuando pero es adquirirlo porque lo queremos no por los demás digan que debemos tenerlo.


5 PROPUESTAS PARA EVITAR A LA SOCIEDAD DE CONSUMO
Como siempre esta impulcra columna desea mostrarles, que con un poco de verbo gracia es posible vender cualquier cosa.

Y es que ante la exposición del marketing, esta seudo publicación se ha propuesto hablar sobre el consumismo y por supuesto esta línea consejera no podía quedarse fuera del meollo, arrastrándome a pensar que diantres profesar.

No es que me consagre muy bien en el fino arte de la defensa del consumidor, pero tratare de expresar alguna que otra idea, que les ayude de forma moral, para sortear la faena de interpretar su vida económica.


Propuesta 1:
Si usted es de los que esta contra el capitalismo y promulga ser autosuficiente, entonces empiece por comprar casa y dejar de vivir con sus tatas. Es muy bonito jugar de indignado mientras los papas lo mantienen.

Propuesta 2:
Y si va seguir con la majadería de luchar contra el capitalismo y su deseo de ser autosuficiente, comience por aprender a construir, sembrar, ordeñar, coser, crear formas de energía, manejar carreta, etc., o que pensó, que la gente le iba a comprar la idea y ayudarle sin ganar nada.


Propuesta 3:
Deje de creer que la televisión le manda mensajes subliminales para que pase comprando. Usted es el tonto(a) que le gusta estar tratando de encajar, por eso pasa comprando para no quedarse atrás. No ve que hasta los hipsters compran sus cosas en boutiques.

Propuesta 4:
No importa a que parte del mundo vaya; usted no está libre de la mercadotecnia. Trate de estar en un desierto, vera como de inmediato quisiera un hotel con piscina y tomarse una Coca Cola bien fría.

Propuesta 5:

Si usted está total pendiente de lo que está de moda y ya no soporta más tanta exposición de marcas, pues bien, váyase a vivir a una cueva en el Cerro Chirripó o haga las de Tarzán, se va a un bosque, se sube a un palo, anda en calzoncillo y pega gritos. De esa manera se liberara de todo o terminara desquiciado y una persona trastornada no se preocupa del marketing.

ESTRATEGIAS DE SOLUCION AL CONSUMISMO


La felicidad del hombre moderno consiste en la excitación de contemplar las vidrieras de los negocios, y en comprar todo lo que pueda, ya sea al contado o a plazos. -Erich Fromm-

Vivimos en una sociedad donde el motor de la economía es el consumo, donde el vivir se traduce en consumir. En los tiempos que corren, existen muchas personas en el mundo tratando de escapar al consumismo excesivo por diversas razones, probablemente por eso existe la formula para evitar la compra impulsiva. Por otro lado, definiendo con mis palabras, el consumismo excesivo, es cuando empezamos a consumir más de lo necesario, cuando hacemos compras más allá de lo que nos da nuestro nivel de ingresos. Siendo así, el consumismo excesivo compromete seriamente los recursos naturales y el equilibrio ecológico. No obstante, muchas personas dirán que el consumo a gran escala conduce a casas más grandes, carros más rápidos y modernos, ropa más de moda, tecnología más elegante y un largo etcétera; lo que probablemente se traduce en una quimera de felicidad.
La fórmula de la felicidad, hasta este momento, consistía en realizar la operación consumo/deseo. Pero ésta ha sido una receta para el consumismo. Si en cambio se anulan los deseos, la felicidad tiende al infinito. -Paul Samuelson-
1. Mide el efecto de la publicidad. Se consciente de por qué, cuándo, cuánto y con qué frecuencia la publicidad afecta a tus hábitos de gasto. Recuerda que los anunciantes pagan una cantidad de dinero para influir en nuestro subconsciente con imágenes parpadeantes, escenas relajantes y jingles que permanecen en nuestra mente para conectarnos con un producto o servicio. Si la publicidad está en todas partes, simplemente ignora cada anuncio que viene de la radio, televisión u otro medio.

2. Examinate a ti mismo. Examina que tipo de persona eres y tu estilo de vida. ¿Estás controlado por la codicia? Si te gusta estar al día con lo que tienen tus vecinos, estar a la última moda, esto probablemente no es para ti. Sin embargo, si no te importa lo que otros piensan de ti y tienes una pasión por reutilizar y salvar nuestro planeta, entonces no deberías tener ningún problema para minimizar el consumo a gran escala.

3. Aprecia lo que tienes. Vete a tu casa, da un giro alrededor y pasa un buen tiempo mirando y apreciando todas las cosas que tienes. ¿Realmente necesitas otro par de pantalones? u ¿otra licuadora? Es probable que, la respuesta sea NO. Recuerda, no es tener lo que quieres, es querer lo que tienes.

4. Piensa tres veces. Antes de comprar algo, ya sea una nueva sudadera o un sándwich caro, pregúntate a ti mismo por lo menos tres veces si realmente lo necesitas para vivir . Aléjate, siéntate, y ponte a pensar en ello, regresa y se enfrenta al objeto en cuestión.

5. Haz una lista. Todo el mundo tiene una lista de deseos. Sólo tienes que esperar un poco más y con el tiempo te darás cuenta de que puedes vivir sin lo que está en esa lista.

6. Deja de comprar. Ok, seamos realistas. Compra, pero en lugares que sabes que tienen ética por el medio ambiente: Evita consumir productos de McDonalds, Walmart, y otros monopolios.

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7. Compara. Echa un vistazo a las pequeñas empresas familiares, mercados y tiendas de caridad/ahorro. Probablemente encontrarás mejores precios y ofertas.

8. Trueque y recicla. ¿Tus amigos tienen algo que necesitas y viceversa? ¿Puedes reciclar algo y cambiarlo por otra cosa que sea más útil? Probablemente dentro de tu casa existen  muchas materias primas sólo tienes que utilizar tu imaginación para crear algo nuevo.

9. Piensa en tus metas a largo plazo. La compra que realices hoy ¿Va a traer la felicidad y la seguridad de mañana?

10. Reduce los deseos de mejorar tu estilo de vida. Rechaza el consumismo excesivo para minimizar el deseo de mejorar tu estilo de vida materialista.

11. Se más generoso. Cuando empezamos a rechazar la tentación de gastar todos nuestros limitados recursos en nosotros mismos, nuestros corazones se abren a la alegría y la satisfacción se encuentra en dar o compartir nuestros recursos personales con otros.

12. Recuerda de que este mundo no es sólo material. La verdadera vida se encuentra en las cosas invisibles: el amor, la esperanza y la fe. Hay cosas en este mundo que son mucho más importantes que lo que poseemos.

 La futura ocupación de todos los niños, tal y como se presenta hoy, es ser consumidores especializados. -David Riesman-
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Bueno, para finalizar te comento. Escapar al consumismo excesivo no es una batalla fácil. Si lo fuera, las personas lo harían más a menudo, me incluyo. Pero es una batalla que vale la pena luchar, porque aunque no lo creas nos priva de una vida mucho más plena. Asimismo, para la economía de cualquier país el consumo es necesario, pero para una persona el consumo a gran escala No lo es. No obstante, para minimizar el consumismo excesivo sólo ten una voluntad fuerte para ser una mejor persona y ponte a pensar como sera el futuro para las próximas generaciones si no haces algo por minimizar tu consumo.
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Cómo Evitar El Consumismo

Cuántas veces te has encontrado con los bolsillos vacíos, sin un euro en el banco y con las tarjetas de crédito al tope. ¿Qué ha pasado? ¿A dónde se fue el dinero? ¿En qué gastaste tanto? Tú dirás que para qué sirve tanta pregunta, si ya el daño está hecho. Pues, ¡Hala, que has consumido más de lo que has ganas en un mes! ¡A buenas horas, mangas verdes! ¡Acéptalo! Eres un consumidor excesivo; algunos hasta dirían que es absurdo.

¿Qué es el consumismo?. Simple, es una de las más graves consecuencias de la revolución industrial y del capitalismo. Nuestra sociedad se sustenta en el consumismo. Lo que se consume en España, por ejemplo, representa el 60% de su PIB. Así, a mayor consumo, mayor crecimiento de PIB de la nación. Lógico, mientras más personas compran, más dinero hay en la calle.

Te preguntarás por qué has llegado tú a gastar tanto en cosas que no necesitabas realmente. La respuesta la tienes muy cerca; o mejor dicho, en todos lados. Verás, las grandes industrias, que fabrican en muy poco tiempo una gran cantidad de productos, necesitan que mucha gente compre. Y ¿cómo logran esto?; fácil, a través de la publicidad.

En todas partes, y a cada momento, estás expuesto a algún aviso publicitario. En televisión o Internet, en la calle, en reuniones profesionales o sociales, en revistas, y pare de contar. Y tú, ser inocente, recibes casi sin pensar en ello, toda la información necesaria para correr y comprar. Y eso es lo que haces precisamente, corres a comprar sin detenerte a pensar si lo necesitas realmente.


Si sigues consumiendo de esa manera, nunca saldrás del hoyo en el que te encuentras. Entonces, ¿qué puedes hacer? No te preocupes, aquí te daremos las claves para evitar el consumo excesivo. Te ayudaremos a convertirte en un consumidor consciente; y por lo tanto, moderado.


https://dineroytrabajo.com/como-evitar-el-consumismo/

El origen y evolución del consumismo

Consumismo
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Introducción.

En el principio la gente consumía solo por necesidad real es decir si le faltaba algo lo compraban sin ninguna influencia de nadie, sin manipulaciones de los anuncios publicitarios, también cabe mencionar que la idea de consumismo fue nacida por un grupo de personas adineradas que tenia intereses en aumentar sus capitales y patrimonio y deshacerse de la sobre producción que había en aquel entoces, tiempo después gracias a una persona llamada Edward Louis Bernays que descubrió que podía manipular a las masa con las propagandas publicitarias y asi eliminar ese problema de la sobre producción del aquel entoces y así el consumismo en el mundo fue creciendo y haciéndonos comprar cosas que en realidad no ocupamos, cosas que supuesta mente nos dan estatus, felicidad, etc. cuando en realidad no las da,  y así fue evolucionado el consumismo haciendo gastar el dinero de las personas en cosas que al final terminan botando.


El consumismo a gran escala en la sociedad contemporánea compromete los recursos naturales y la economía sostenible.1​ Las alternativas a algunos de los problemas del consumismo son el desarrollo sostenible, el ecologismo, el decrecimiento y el consumo responsable. La publicidad idealiza la satisfacción y felicidad personal producida por el consumismo.

Origen y antropología del consumo
El consumismo inicia su desarrollo y crecimiento a lo largo del Siglo XX como consecuencia directa de la lógica interna del capitalismo y la aparición de la publicidad -herramientas que fomentan el consumo generando nuevas necesidades en el consumidor-. El consumismo se ha desarrollado principalmente en el denominado mundo occidental -extendiéndose después a otras áreas- haciéndose popular el término creado por la antropología social sociedad de consumo, referido al consumo masivo de productos y servicios.

Para Jeremy Rifkin en la década de 1920 se produjo una sobreproducción en Estados Unidos -motivada por un aumento de la productividad y una bajada de la demanda (economía) por la existencia de un alto número de desempleados debido a los cambios tecnológicos- que encontró en el marketing (mercadotecnia y publicidad) la herramienta para incrementar, dirigir y controlar el consumo.3​4​

En relación con la evolución desde las primitivas sociedades igualitarias a sociedades de clases diferenciadas y el paso del intercambio y la reciprocidad a la acumulación -que alcanza su apogeo en sociedad actual-, señala el antropólogo Marvin Harris:

Tras la aparición del capitalismo en la Europa occidental, la adquisición competitiva de riqueza se convirtió una vez más en el criterio fundamental para alcanzar el estatus de gran hombre. Sólo que en este caso los grandes hombres intentaban arrebatarse la riqueza unos a otros, y se otorgaba mayor prestigio y poder al individuo que lograba acumular y sostener la mayor fortuna. Durante los primeros años del capitalismo se confería el mayor prestigio a los que eran más ricos pero vivían más frugalmente. Más adelante, cuando sus fortunas se hicieron más seguras, la clase alta capitalista recurrió al consumo y despilfarro conspicuos en gran escala para impresionar a sus rivales. Construían grandes mansiones, se vestían con elegancia exclusiva, se adornaban con joyas enormes y hablaban con desprecio de las masas empobrecidas. Entretanto, las clases media y baja continuaban asignando el mayor prestigio a los que trabajaban más, gastaban menos y se oponían con sobriedad a cualquier forma de consumo y despilfarro conspicuos. Pero como el crecimiento de la capacidad industrial comenzaba a saturar el mercado de los consumidores, había que desarraigar a las clases media y baja de sus hábitos vulgares. La publicidad y los medios de comunicación de masas aunaron sus fuerzas para inducir a la clase media y baja a dejar de ahorrar y a comprar, consumir, despilfarrar o gastar cantidades de bienes y servicios cada vez mayores. De ahí que los buscadores de estatus de la clase media confirieran el prestigio más alto al consumidor más importante y más conspicuo.

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El origen del consumismo

¿El fenómeno del consumismo siempre ha existido? ¿O se originó en algún momento? Y si es así, ¿cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo?
El documental titulado “El siglo del Individualismo” nos presenta una idea bien fundamentada que nos sirve para poder responder a estas preguntas.
A lo largo de toda la historia de la civilización, la mayoría de las personas han comprado únicamente los productos que han necesitado. Si alguien necesitaba comprar pergaminos para redactar un texto, los compraba. Si alguien necesitaba unos nuevos zapatos porque los suyos estaban ya muy desgastados, iban a una zapatería y se hacían con ellos. Si alguien necesitaba un paraguas para guarecerse de la lluvia, reunía el dinero necesario y solucionaba su problema en una tienda.
Pero no todo se compraba respondiendo a necesidades más o menos acuciantes. Muchas personas utilizaban su dinero (el sobrante después de las compras más importantes) para comprar productos que satisfacían sus necesidades de ocio y disfrute. Estos productos no eran vitales para subsistir, ni siquiera para vivir con un mínimo de dignidad, pero se requerían para entretenerse uno en el tiempo libre.
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No obstante, ya fuese un producto para satisfacer una necesidad apremiante, o un producto para satisfacer una necesidad accesoria, lo importante es resaltar que se utilizaban según la utilidad que repararan. De esta forma, cuando los vendedores intentaban exponer su producto, lo hacían resaltando las cualidades de su uso. Si intentaban vender un coche, resaltaban lo cómodo que podía ser conducirlo, o la velocidad que podía alcanzar. Si intentaban vender ropa de invierno, se insistía en la capacidad de la prenda para mantener en calor al cuerpo que la vistiese. Si intentaban vender perfumes, sus esfuerzos iban dirigidos a mostrar el buen aroma que desprendían sus productos.
Por lo tanto, los productos se vendían a los consumidores en función de lo que ellos necesitaran en el desarrollo normal de sus vidas.
A principios del siglo XX, los avances en la organización del trabajo en los medios productivos junto con el progreso tecnológico dieron un fuerte impulso a las fábricas productoras gracias al aumento de la productividad. Se consiguió producir los mismos productos a una velocidad mayor. Sin embargo ese fenómeno se topó con un problema importante: cualquier ciclo comercial necesita que el artículo que se fabrique deba ser vendido, porque de no ser así, el artículo se queda en el almacén y no se obtienen beneficios por su venta. Como la velocidad a la que se producían las manufacturas había aumentado, pero no la velocidad a la que se vendían, los ingresos seguían entrando a la misma velocidad de siempre y no se obtenían ventajas por la mayor velocidad de fabricación (incluso surgían desventajas, debido al aumento de los costes al producir mayores cantidades).
La solución a este problema vino de la mano del sobrino de Sigmund Freud: Edward Bernays. Este ciudadano estadounidense empleó los descubrimientos de su tío sobre la mente de las personas para hacer negocio. Freud había puesto de manifiesto que las personas tienen en lo más profundo de su ser un estado animal que se caracteriza por sentimientos irracionales. Para el creador del psicoanálisis, la cultura y la civilización son muros que el ser humano levanta para mantener controlado a su estado mental más primigenio; pero el comportamiento de las personas a veces se nutre de esos impulsos irracionales que emergen de lo más hondo de sus mentes. A Bernays se le ocurrió relacionar estos impulsos irracionales con el mundo de la publicidad comercial; y obtuvo excelentes resultados.
La idea era muy simple: bastaba con vincular –a través de mensajes publicitarios, o de algún otro tipo de mensaje orientado a las masas – un producto cualquiera a una idea cualquiera que consiguiese motivar o emocionar a las personas.
El primer experimento consistió en relacionar el consumo de cigarrillos de tabaco con la idea de emancipación de la mujer (en un contexto en el que se consideraba inapropiado que las mujeres fumasen por considerarse relegadas a un segundo plano). Los productores de cigarrillos se habían percatado de que al no fumar las mujeres, estaban perdiendo a la mitad del mercado; y confiaron a Bernays la labor de convertir a las mujeres en fumadoras. De este modo, Bernays contrató a un grupo de jóvenes damas para que realizasen un acto de protesta a favor de la independencia de la mujer mientras fumaban cigarrillos en un acto público ajeno (el cual iba a ser bien cubierto por los medios de comunicación de la época).
Tras el acontecimiento de los hechos, el eco mediático no tardó en recorrer medio país. El símbolo del cigarrillo apareció entonces unido al conocido como sexo débil por primera vez en la historia. Todas las señoritas que compartían los mismos principios no tardaron en unirse a la moda de fumar cigarrillos como distintivo de autodeterminación. Fue cuestión de tiempo que el consumo de cigarrillos se convirtiese en un reflejo imaginario de madurez, independencia y de autosuficiencia. De hecho, y si uno se para a pensar un poco, estos valores se han seguido enlazando con el tabaco hasta no hace muchos años.
Este acontecimiento fue la prueba que necesitó Bernays para convencerse a sí mismo y convencer a los vendedores estadounidenses de que los hábitos consumistas podían ser manipulados a través de mensajes que debían ir directos al subconsciente más irracional de las personas. Desde entonces los empresarios acudieron a los mecanismos de publicidad para lanzar este tipo de mensajes a los consumidores. De esta forma los coches empezaron a anunciarse como símbolo de poder, de opulencia, de libertad; en vez de anunciare por sus cualidades más palpables y visibles. La ropa empezó a publicitarse como insignia de distinción entre las personas, como señal caracterizadora. Comprar una determinada marca de ropa sugería pertenecer a unas determinadas esferas de la sociedad, en vez de ser un acto que buscase protección frente a las inclemencias del tiempo. Los perfumes se ofrecían como elementos emblemáticos de una determinada personalidad o carácter; en vez de ofrecerse en función de su fragancia.
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En definitiva, estos altos empresarios crearon nuevas necesidades a las masas para que no tuviesen más remedio que comprar los productos que ellos vendían y así poder cubrir esas carencias recién establecidas. Alimentaron la demanda con estratagemas publicitarias que atacaban a las raíces más emocionales y sensibles de la mente humana para dar solución al problema de la sobreproducción. Se percataron de que disponían del poder necesario (dinero y medios en cantidades suficientes) para manipular las decisiones de compra de las masas.
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El fenómeno del consumismo fue originado por las élites dominantes en aras de su propio interés y no es más que una pieza clave en el rígido y agarrotado funcionamiento de la actividad económica capitalista.

La evolución del consumo: del cliente fiel a la era de la promiscuidad

El sector del consumo nunca ha conocido una crisis tan grande como la que arrancó hace 10 años. Esta catarsis ha sido la que ha marcado en parte todos los cambios que se han producido después: «El español se acostó a finales de 2007 consumiendo de una manera y se levantó al día siguiente haciéndolo de otra», ilustra un experto del sector de la distribución. En poco tiempo hemos pasado del tendero al reponedor, de la caja registradora al móvil, del ultramarinos a la tienda premium, de la vitrina a las cámaras frigoríficas. Poco de lo que valía antes sirve ahora.
«En los últimos años hemos asistido a profundos cambios en todos los ámbitos: desde la estructura de los hogares y los hábitos de consumo, a la oferta de productos, las nuevas tecnologías y la irrupción de nuevos competidores», resume Javier Millán Astray, director de Anged, la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución.Hay cambios más evidentes, como la revolución tecnológica. Otros más sutiles, como la transformación de los formatos de tiendas. Los datos de la consultora Nielsen son reveladores.

En los últimos 10 años han desaparecido 5.000 tiendas pequeñas y han crecido en la misma proporción los supermercados. «Ha habido un trasvase de estos ultramarinos o colmados de toda la vida a lo que se denomina la distribución moderna: ha habido una expansión de los supermercados dentro de las ciudades», explica Asis González de Castejón, experto de Nielsen.